catarsis depilatoria....

Serían aproximadamente las 9 de la mañana.
Es un horario temprano, si, pero teniendo en cuenta que el negocio abría a las 8... me pareció un horario más que prudente.
Entré, y me senté a esperar mi turno.
La veo entrar a la señora G. la misma que me había atendido la última vez... me mira me hace media sonrisa y entra a su cubículo.
Al instante, la veo sacar con violencia unos abrigos que estaban colgados en su perchero... al parecer eran de otra de las depiladoras, que enseguida los cambió de lugar y escuchó con la cabeza gacha, lo que la otra le dijo entre dientes.
Luego de un rato, G. se asomó por ´la cortinita de su cubículo y me hizo la seña de que pase.
La miré con una sonrisa, y le hice un chiste referido a la depilación (que por cuestiones de pudor no voy a reproducir)... como para romper el hielo... me sonrío y me dijo que yo me despreocupara por todo, que enseguidita venía con la cera...

Vale aclarar, que G. es un personaje bastante particular: tiene los labios pintados de rosa viejo perlado, mastica chicle de costado y abriendo la boca, y habla sobre metafisica, budismo y meditación como si estuviera hablando de Juanita Viale...

Pero hoy... se ve que estaba terriblemente enojada.
Porque al parecer, una compañera le había utilizado su balde de cera, y no lo había acomodado en el lugar que correspondía, ni lo había dejado en las mismas condiciones que ella lo había dejado antes de tener su franco...

Así que con cada gota de cera que me colocaba, lanzaba una despotricación, sobre lo sucias, villeras, egoístas, irrespetuosas, sin código que son esas 9 chirusas que trabajan con ella...

Era impresionante, como de repente, volcaba la cera en mi cuerpecito y se quedaba mirando al horizonte, y mientras mascaba chicle... me decía una y otra vez lo mismo, pero con diferentes palabras y aumentando cada vez más su nivel de enojo...

Igual, me sentí bien...
Porque fue como un gesto de gratitud, de devolver un poco de lo que estas trabajadoras hacen por nosotras... porque muchas veces, la gran mayoria... además de bancarse nuestros terribles insultos a causa del dolor, son ellas las que ponen la oreja como el más fiel de los psicólogos para que nosotras depositemos en ellas nuestras aventuras y desventuras de la vida misma...

Así que hoy, en ese humilde acto, siento que realicé un modesto, pero muy significativo, aporte a la sociedad.

APLAUSOS!



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